Cualquier día salieron a comer afuera por el tedio del arduo trabajo, que les había producido un efecto claustrofóbico y por un olor a monotonía que circundaba en su casa. De modo que sin rumbo se dispusieron a darse un ¨respiro¨y prefirieron en últimas, acudir a un lugar tranquilo y cenar algo ligero. Cuando se encontraban en un pequeño sitio donde sonaba música de su gusto comenzaron a conversar obviando el tema del empleo, para olvidarlo por un rato y terminaron hablando de las personas amargadas hasta que Pablo le dice a Lili: ¨Me complace compartir un buen momento especialmente hoy, pero quisiera irme ya para preparar mi día de mañana.
- Pero qué afán tienes, si vinimos precisamente para distraernos un poco y hace un ratito que llegamos.
- Me anticipo porque el tiempo no me alcanza para pensar con la jornada encima.
- Se supone que íbamos a olvidarnos de ello.
-Lo que sucede es que acabo de recordar a propósito de la amargura, que mañana atenderé a mi paciente más depresiva.
- Y cuánto tiempo lleva en tratamiento.
- Cinco meses.
- ¿Y no ha avanzado ni un poquito?
- No creo que le haya servido mucho hasta hoy porque mi tensión no me permite sino comprenderla.
- Mi visión de todo se resume también en pre-ocupación porque mi trabajo no me da tiempo sino para pensar en él.
A pesar de que volvieron a las rutinarias reflexiones lograron dispersarse un poco y sin creerlo, tomaron en serio la improductividad de su estresante labor.
Hoy cuando pareciera que la enfermedad se encuentra siempre a la orden del día, muchos ¨necesitan un psicólogo¨, estos un psiquiatra, y estos, unas vacaciones para analizar cuánto de locura han adquirido junto con sus pacientes por la escasez del tiempo y del escurridizo dinero. No es extraño que algunos deseen construir un manicomio para internar allí a toda la humanidad.
- Pero qué afán tienes, si vinimos precisamente para distraernos un poco y hace un ratito que llegamos.
- Me anticipo porque el tiempo no me alcanza para pensar con la jornada encima.
- Se supone que íbamos a olvidarnos de ello.
-Lo que sucede es que acabo de recordar a propósito de la amargura, que mañana atenderé a mi paciente más depresiva.
- Y cuánto tiempo lleva en tratamiento.
- Cinco meses.
- ¿Y no ha avanzado ni un poquito?
- No creo que le haya servido mucho hasta hoy porque mi tensión no me permite sino comprenderla.
- Mi visión de todo se resume también en pre-ocupación porque mi trabajo no me da tiempo sino para pensar en él.
A pesar de que volvieron a las rutinarias reflexiones lograron dispersarse un poco y sin creerlo, tomaron en serio la improductividad de su estresante labor.
Hoy cuando pareciera que la enfermedad se encuentra siempre a la orden del día, muchos ¨necesitan un psicólogo¨, estos un psiquiatra, y estos, unas vacaciones para analizar cuánto de locura han adquirido junto con sus pacientes por la escasez del tiempo y del escurridizo dinero. No es extraño que algunos deseen construir un manicomio para internar allí a toda la humanidad.
1 comentarios:
Me gusta el hilo que tiene tu historia fabulesca. Otra cosa, me identifico un poquito con ella, tu sabes por qué...
Gracias por esta nueva entrada.
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