jueves, 31 de julio de 2008

Giro

Salió de su morada una noche a buscar refugio en la frescura de un aire con olor a fiesta, era uno de aquellos momentos de motivación eufórica, la cual no compartía en ese instante, parecía que la soledad le invitaba a ir tras la pista de una compañía, al menos alguien que le escuchara y que quisiera pasar un rato agradable. Lamentaba que fuera precisamente cuando deseaba despejarse la ocasión en la que nadie se topaba con él, las amistades esporádicas que participaron en planes que su mente ahora revivía no regresaban desde largo tiempo.
Cuando iba distraído por un boulevard se le acercó una joven a preguntarle una dirección, sin molestias la ubicó y continuó caminando con ella mostrándose muy gentil, entablaron conversación y él, que abandonaba la soledad por un instante se enteró de que la mujer iba a cuidar un enfermo y para extrañeza en medio de lo que buscaba aquella noche quiso acompañarla hasta allí y se ofreció para quedarse un rato. La joven estaba profundamente agradecida y aceptó su compañía, pues el personaje que acababa de conocer no le inspiraba desconfianza y al contrario, le irradiaba nobleza. Él estuvo hasta la madrugada en casa del enfermo, habló fructíferamente con ambos, fue la oportunidad para encontrar amistad valiosa y descubrir que la satisfacción a la búsqueda que emprendió no exigía un único lugar ni una circunstancia determinada, lo comprobó al sentir que su vacío aquella noche había sido llenado y al concluir que lo que pretendía desde un principio no se reducía a diversión.

1 comentarios:

[sq] dijo...

Se torna complicada la situación que recreas, porque bueno, es una persona que aunque sola, vacía y reflexiva, encuentra en un momento dado de su vida, ese algo que lo llena, pero entonces luego qué?
No entiendo por qué la vida a veces parece una escena de sexo tardío pero locamente excitante... no entiendo!