domingo, 24 de agosto de 2008

Viajera

Una paloma hechizada por la luz de la plateada madre nocturna alzó vuelo hacia su hogar demorando el recorrido más de lo normal. Danzaba al compás de una melodía inspirada por el brillo lunar e inventaba poemas que sólo un ave podría imaginar, la sensación de esplendidez inigualable aquella noche le hacía olvidar de un monótono camino a casa. Allí la esperaba un palomo y su hijita, que crecía entre cantares y la calidez de una familia alegre con la vida, sus padres más que enseñarle a volar como lo hacen todos los de su especie le ensañaban algo más importante, ser libre. Entonces cada que la palomilla quería aventurarse a recorrer una distancia más larga que la normal se lo permitían para que ella comprobase que las limitaciones son mitos que la mente no para de inventar, e insistían en que sus alcances dependían de sí misma.
En la ocasión particular que se narra desde un principio, la madre paloma se sentía colmada por una frescura confortable, volaba sintiendo la tenue brisa que en esos instantes le hizo recordar los deleites de sus años juveniles, cuando viajar en las noches de luna era una velada especial porque entonces se sentía en el esplendor de su existencia.
Esta vez quiso danzar en el aire como antes, sentirse liviana y eterna como la compañera celeste que permanecía allí igual que siempre, encantadora. Aquella noche, la adulta paloma renovó la promesa que alguna vez hizo en un escenario similar, había jurado que el hogar que fundaría sería auténtico y ahora prometió fidelidad al hermoso astro, asegurando que en su próxima mudanza haría una casa en la que todas las noches en que brillara pudiera honrarala en una velada ahora junto a su familia, para mirar sin obstáculos esa luz que tanta insipiración transmitía. Se trasladaría a una alta rama del espeso bosque en que vivía y allí estaría por siempre y con ellos, extasiada.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Cambios

Lentamente y con rapidez todo avanza sin tregua, es una ley de la vida como suele decirse, paradójicamente es el cambio el que permanece. Mutar de un estado a otro, como piel de camaleón, cambiamos para volver al principio, pero necesitamos recorrer el círculo para darnos cuenta una y otra vez de lo que significa existir, independiente de que sea en un infierno o paraíso, la vida simplemente es, está desprovista de particularidades porque todo lo que conocemos es un reflejo de ella misma. Así, el cambio es un paso necesario y natural, pues no hay ningún día igual a otro, cada fin da lugar a un inicio mas lo que empieza está cubierto por novedad e incertidumbre, las posibilidades siempre son inagotables y nuestras determinaciones por más fijas e inmutables que se conciban portan un matiz de imprevisto a pesar de que la realidad parezca producto del cálculo programado inserto en la mente sobre lo que debe o no suceder. Las transiciones y cambios son necesidad que desatrancan el pensamiento y la perspectiva, y oxigenan las creencias.

domingo, 10 de agosto de 2008

Agua

He sido rocío, he sido brisa, he sido tormenta. He permeado el paisaje y humedecido tu vestimenta, te he rosado la piel y te he impactado como evento inesperado. Así continúo aún, pasajera y mutante, pero hecha de lo mismo siempre, simplemente agua, la que cae a torrentes cuando el cansancio le agobia, la que baja suavemente cuando despacio quiere escurrir el pesar, la que prescinde del descenso cuando la calidez y la frescura de un día prometedor le hacen aguardar atenta al horizonte y olvidar el tiempo como carga.

viernes, 8 de agosto de 2008

Vuelo

Simplemente, como la disposición al levantarse luego de dormir mucho tiempo, el deseo de encontrar novedades en el mundo que se ha dejado en el sueño, esa experiencia donde el cuerpo se entrega al descanso mientras nuestro timón sigue funcionando. Alzar vuelo, la liviandad permite ir hacia el infinito sin agonizar y mantenerse allí en la inmensidad, es una condición natural pese a que nos consideramos resistentes en todos los sentidos, creemos en la dimensión de un presente concreto y perecedero como si estuviéramos arrojados en la realidad y presos durante una vida que por supuesto, está pintada de dualidad. Abrirse, permitirse, elevarse, despejarse, todo ello atributo del escenario de la naturaleza, da alas a la mente humana, no la enajena del panorama de sufrimiento y desarmonía que observa junto a la paz, circunstancia similar a tocar superficie mientras se sale del pantano, preámbulo del vuelo.

lunes, 4 de agosto de 2008

El pergamino

En un aula abandonada de una escuela olvidada, un niño halló el más preciado tesoro que un maestro pudo dejar allí, la prueba de que buscó la respuesta a muchas de las preguntas que no sólo los niños desde su inocencia le planteaban y que le descrestaban, interrogantes que cuando pequeño él también se formuló. Nada como su labor le demandaba conocimiento, su entrega al aprendizaje de los niños significaba para él un gran compromiso que no se agotaba con el paso del tiempo.
El maestro que portó el pergamino se había ido de la escuela hace años, dejó huellas en cuanto al amor por el saber y constante crecimiento de sus pupilos desde todas las ópticas. Con perseverancia y la comprensión por actitud, discutía más fácilmente con sus colegas que con los pequeños, quienes normalmente son reñidos por el prejuicio adulto.
El pergamino contenía hondos conocimientos de historia y biología, materias en las que sus alumnos se inquietaban bastante. El niño que lo halló se quedó en el aula instantes después de la jornada, pues estaba solo aseándola. La pelota con la que jugaba se fue detrás del viejo armario del salón, que nunca movían de sitio y él se encargaría de correrlo a fin de recuperarla. Con la mayor fuerza que pudo corrió la biblioteca de aula y encontró tras ella el pergamino.
Se asemejaba a los papiros que veía en los libros de historia, lo cual le motivó a abrirlo. Descubrió en el amarillento papel explicaciones gráficas a los temas de sus clases, y recordó inmediatamente al profesor que hacía tiempo había dejado su escuela. Por su mente comenzaron a pasar aquellos momentos en los que con entusiasmo se empeñaba en que sus pupilos aprendieran lo básico de sus asignaturas, el niño pensó una vez más en que este profesor, que le había enseñado como ningún otro, era un verdadero maestro.
Pedro, el pequeño que descubrió el tesoro conjeturó que este gran personaje, al que le debía su entendimiento de ¨cómo funcionaba el mundo¨ había tenido en sus manos la fórmula para lograr que un niño llegara a comprender su entorno mejor, que con una enseñanza postiza como la que se infunde con la represión. No se equivocaba.

domingo, 3 de agosto de 2008

Caminantes

Constantes, con júbilo y marcha apacible iban de la mano desafiando al sofocante calor de la tarde sin esquivarle, con la tranquilidad de quien a buen paso se aventura a conocer recorriendo caminos y se sobrepone por dentro a cualquier dificultad. Era una de tantas veces que prefirieron pasear caminando y disfrutando de los atractivos del amplio horizonte que se abría a sus deseos.
La fatiga no fue señal de desasosiego, parecían incansables, sublimadamente, invencibles. Sus fuerzas se nutrían por los anhelos regocijadores de compartir y gozar de la compañía que mutuamente se brindaban, la fortuna de ser ambos, seres dispuestos a la plenitud de dar al presente valor de eternidad y creatividad inagotable. Sí, dos caminantes, dos luces que a la par destellaban, brillaban con calidez y propagaban su luz como eco que ahora emito desde palabras escurridizas pero profundas.

sábado, 2 de agosto de 2008

Misterio

En un lugar cercano a aquí sucedió un hecho sorprendente para quienes vivían en su costumbre y se encerraban en su rutina, una mujer parió a un ángel. Muchos se preguntaron si era el comienzo del fin, si Dios había enviado un mensajero tal como Cristo, si eran un poblado elegido para salvar al mundo o salvarse a sí mismo. Suposiciones apocalípticas se esparcieron por este lugar luego de la alucinante noticia, algo maravilloso y al tiempo, misterioso.
Los provincianos sintieron la presencia angelical desde el momento mismo del nacimiento de la bella criatura, su madre salía siempre a darle un poco de luz natural muy temprano y no existió jornada en la que los ojos impávidos de la gente dejaran de apuntar al dúo enigmático que formaban ella y su hija. Pues bien, la hermosa bebé apenas se asomó al mundo mostró ante el asombro de los presentes una sonrisa que los contagió e inundó aquel recinto con aire celestial. Los días siguientes, cuando la madre fue a casa comenzó a recibir visitas de masas cual peregrinación, acudían a mirar a la niña cuya belleza hipnotizaba la vista, su rostro alegre devolvía el bienestar a quien iba acongojado, aquellos que entraban salían transformados. De su don tan espontáneo recibió el apelativo de ángel y comenzó a comparársele con los retratos de los sobrenaturales seres, a la madre se le veía más serena que antes de dar a luz, era la menos sugestionada, detalle que intensificaba el tono fantástico de la historia.
El misterio llegó hasta oídos religiosos y medios de comunicación, la pequeña comenzaba a dar sus primeros pasos y seguía siendo visitada, no dejaba de sonreír y sorprender. Cumplidos sus cuatro años no volvió a ser vista jamás, la madre emigró y el poblado se quedó sin noticias de ambas. Es una historia por siempre recordada y aunque sembró incógnita imperecedera en las personas, dejó en aquel lugar la sublimidad de haber sido visitado por un ángel.

viernes, 1 de agosto de 2008

Salida

En cierta ocasión iba distraídamente por un camino pedregoso y sin fijarse dio un paso profundo y cayó en un hoyo. De pronto estaba en medio de una cueva similar a las que imaginaba gracias a las películas y a las consecuentes fantasías que dibujan el miedo en la mente. No sabía si caminar o quedarse allí esperando descubrir quién más estaba en ella para advertir alguna señal de peligro. Movido por la curiosidad caminó lentamente, encontró dos partidas cuyo destino le llenaba de incógnitas y cierto temor, y aún, continuó con valentía tratando de hallar la salida y al tiempo explorando el enigmático sitio.
Con cautela daba sus pasos cuidándose de no ser descubierto y examinando detalles. En medio de la oscura ruta halló una liebre, recordó la carrera de la famosa fábula y siguió su silenciosa marcha pensando en que tal vez en ese momento se asemejaba al sigiloso animal que ganó la competencia y cual tortuga no se detuvo, a pesar de que nacía una agitada inquietud por pensar que había tomado el rumbo equivocado, le atemorizaba no encontrar de nuevo la luz. Se sorprendió por encontrar escasas criaturas subterráneas, poco a poco fue perdiendo sugestión y como si fuera por terreno abierto avanzaba confiadamente. Sediento y fatigado no quiso parar porque había perdido ya el cálculo del tiempo y más adelante, a distancia no muy cercana vislumbró una claridad semejante a la del espacio donde había caído, era otro hoyo. Se empeñó en encontrar el modo de ascender y repentinamente llegó la liebre llevando un lazo en su cuello que el caminante no había notado. Con cuidado se lo quitó y consiguió que la criatura trepara por él logrando para su conveniencia que ella se ensañara con el lazo y lo sujetara con sus dientes.
Estando en la superficie el animal, que parecía agradecido por el gesto del hombre permaneció sosteniendo fuertemente, él cogió impulso y comenzó a ascender. Efectivamente en esta marcha no hubo ni vencedores ni vencidos, hubo amigos oportunos.